Berry, un perro anciano que se pensaba que tenía unos ocho años, estaba teniendo un día de rutina cuando sucedió algo inesperado. Su dueño estaba durmiendo una siesta cuando un amigo llamó para decirles que un coche había atropellado a un perro no muy lejos. Berry estaba tirado junto a la carretera, cubierto de sangre, mientras corrían al lugar. Berry fue atropellado por un coche, según el testigo, que luego huyó del lugar.
Lo llevaron al veterinario de inmediato y, mientras estuvo allí, le dieron antibióticos, analgésicos y una vía intravenosa. Aunque era obvio que se había roto la extremidad delantera, esperaban que no sufriera heridas internas. Berry no se rindió a pesar de que su futuro era incierto. Fue apoyado por la comunidad y logró sobrevivir la noche.
La condición de Berry mejoró constantemente día a día. La comunidad le puso un nombre y también lo vigiló mientras luchaba por sobrevivir. Tenía la pata delantera rota y una radiografía mostró que tenía una herida de bala en el cuello, probablemente por disparos de cazadores. Berry perseveró y poco a poco se recuperó por completo a pesar de todo lo que le había sucedido.
Berry finalmente estaba preparada para un nuevo hogar después de sesenta días de cuidado y atención comunitaria. El vecindario hizo un llamado para buscar un adoptante, alguien que valorara la compañía de un perro anciano y le brindara un hogar amoroso para siempre. Berry se llevaba bien con todos los caninos y disfrutaba que lo tocaran, a pesar de su continuo miedo al contacto humano.
Berry tuvo al final un final feliz. Se le dio otra oportunidad en la vida gracias a su tenacidad y la generosidad de la comunidad. Puede que Berry haya sido víctima de abuso y abandono, pero su historia nos muestra que la generosidad puede contribuir en gran medida a cambiar el mundo y que la humanidad todavía tiene esperanza.
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